San Floro: tradición y pasión.

San Floro: tradición y pasión.

Decidimos visitar San Floro, un pueblecito en la provincia de Catanzaro en Calabria situado sobre las verdes colinas que se inclinan hacia el azul intenso del mar Jónico. Es il país de los Gigantes: según la leyenda los gigantes vivieron aquí y con el paso del tiempo ellos desaparecieron por razones genéticas.

Llegamos a un mirador desde el que se puede disfrutar de un panorama espectácular que llena los ojos.

A la entrada del pueblo hay una pequeña plaza donde nos recibe Miriam con su generosa sonrisa. Ella hace los honores y nos acompaña todo el día para visitar el país. Empezamos por el Museo de la Seda, ubicado en un castillo que data de 1400, donde están algunos vestidos tradicionales hechos por manos expertas.

La realización de estos vestidos testimonian la tradición de un pasado próspero y vibrante : de hecho en San Floro, como en otras áreas de Calabria, la sericultura estaba muy extendida y representaba una realidad económica y social importante. Ahora Miriam, con Domenico y Giovanna, ha decidido reanudar esta tradición y convertirla en el trabajo de su propia vida.

Después de haber paseado por los callejones bien cuidados y rodeados por los palacios antiguos, nuestro Cicerone nos saca del pueblo para ir a su granja inmersa en el verde de las plantaciones de moreras.

Un paseo corto y fácil entre las hileras de árboles y la vegetación mediterránea que llega a una sala grande donde, bajo el control vigilante y continuo de los tres miembros de la cooperativa, nacen, crecen y viven los protagonistas indiscutibles del lugar: los gusanos de seda. Miriam, Domenico y Giovanna alimentan los gusanos con hojas de morera y los limpian continuamente para que crezcan sanas y produzcan un hilo excelente.

Es un trabajo duro, pero hecho con gran pasión!

Fuera de la sala asistimos a l’actividad de la « Trattura », es decir como se desenreda la crisálida para obtener el hilo de seda cruda utilizado para producir la tela preciosa. Cada uno de nosotros recibe un hilo como recuerdo para poner en la muñeca. Una pulsera que durará mucho porque hecho de un material muy resistente.

Este es el proceso de producción utilizado en la empresa, como lo fue en el pasado y siguiendo la tradición. Todo este es muy fascinante!

Seguimos caminando hacia el pequeño restaurante y nos sentamos bajo el fresco agradable de un impresionante y hermoso ejemplar de pino marítimo. Aquí nos detenemos para disfrutar de un almuerzo “rústico” preparado con los productos típicos de los alrededores. Las marmeladas de mora roja son tan deliciosas, compramos algunos tarros y llevarlos a casa para mantener el sabor de un día fantástico.

En San Floro la tradición se convierte en pasión!

Brunella Brusco

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